Contaba una anciana que vivía en una casita con techo de tejas francesas en la arbolada Villa Gesell de hace cuarenta años una historia muy particular.
Una noche sacó a pasear a sus perros y, como siempre, el viejo y petiso sabueso de raza indomable tomó la delantera de la tropa. Empezaba a bajar el frío del mar y la también vieja Juana decidió juntar a los perros y volver a la cálida casita. Pero no hubo manera de encontrar al perro viejo y medio sordo que no respondía ni a los gritos cada vez más nerviosos de su dueña.
Después de una extensa búsqueda, la vieja volvió a su casa y encerró a los otros perros y, abatida, quedó en el jardín apoyada en un árbol. No recordaba cómo la habría sentido o escuchado, pero una voz muy queda, casi susurrante, le dijo: -el viejo perro está durmiendo medio escondido en un tronco hueco, bajo el árbol de la esquina en la otra cuadra. No sabía si lo había escuchado o si se lo había imaginado, pero no tardó un momento en correr a buscar a su
perro. Y allí lo encontró, acurrucado y profundamente dormido en el hueco de un tronco seco.
Al día siguiente, le comentaba muy extrañada la aventura a su vecino alemán, también un anciano. Éste le preguntó en qué árbol se había apoyado, ella se lo señaló y el alemán lo reconoció: era un abedul. Luego fueron a ver el lugar donde se había encontrado al viejo perro. Ahí lo sorprendente de esta historia. Junto al tronco seco se alzaba, vigoroso, otro abedul.
¿Se hablan entre sí los árboles? ¿Se compadecen de nosotros y nos ofrecen su ayuda? ¿Pavadas de una vieja o somos parte de un todo inmenso y todavía no empezamos a entenderlo?
Las micorrizas (mico=hongo, riza=raíz), en las que participa el 80% de las plantas vasculares, son el producto de un proceso de coevolución, en el avance colonizador de las plantas acuáticas primitivas hacia el medio terrestre. Participan hongos de los filos Basidiomycota, Ascomycota y Glomeromycota. Son hongos que establecen relaciones simbióticas con las plantas, donde la planta aporta el suministro y transporte de fotoasimilados y el hongo aporta nutrientes y minerales que de otra forma no estarían a su alcance.
En las ectomicorrizas, las hifas del hongo envuelven a las raíces colonizadas, o bien, pueden penetrar la raíz entre las células de la corteza y formar la red de Hartig. Se encuentran en bosques de coníferas de zonas templadas y en especies arbóreas tropicales.
Las micorrizas arbusculares son las micorrizas más comunes y se encuentran asociadas a cultivos, plantas herbáceas silvestres, árboles, helechos y algunas briofitas. Las hifas de estos hongos penetran en y entre las células de la corteza de la planta, formando arbúsculos.
Lo interesante de remarcar, más allá de lo estrictamente nutricional, es la red de comunicación que establecen los árboles y las plantas de esta manera. Por ejemplo, se ha visto en árboles de Abedul que le transfieren carbono a los árboles más pequeños que pueden no estar recibiendo suficiente luz solar, lo que permite que estas plántulas crezcan a la sombra de otros árboles. Se ha estudiado en plantas de Habas interconectadas por micorrizas y expuestas a Áfidos, las plantas comenzaron a excretar sus defensas químicas contra áfidos de forma conjunta, a pesar de que algunas todavía no hubieran sufrido un ataque del insecto fitopatógeno.
Esto nos permite comprender que un bosque es más que una colección de árboles individuales. Ya no compiten por los recursos, sino que los comparten. Actúan de manera colectiva.